Si mis botas y mi remo hablaran

Wednesday, February 05, 2014

El amanecer más lindo que he visto y que veré

Han pasado cuatro años ya. Llegaste un mes antes de lo esperado sólo para adelantar la alegría y felicidad que nos sigues brindando.

Horas antes del anuncio de tu llegada, tú mamá y yo habíamos estado haciendo visitas a familiares en el pueblo que me vió crecer. Era el primer día del 2010, así que todas las casas estaban bellamente decoradas por las fiestas dicembrinas y el ambiente estaba lleno de esperanzas y alegrías por el comienzo del nuevo año.

La noche nos agarró en la casa de tus tíos Raúl y Mary entre sabores de ponche, dulce y jamón. De allí partimos a la casa de tus abuelos en donde pasábamos aquellos días. Dejé a tu mamá en casa de mis padres y partí a una barbacoa donde mis amigos. Eran alrededor de las 8:30 de esa noche de luna llena.

Sólo hice llegar a ese asado cuando recibí la llamada del inminente anuncio. Casi al instante me di cuenta cómo mi vida cambiaba en un segundo. Eran muchos sentimientos, pero por encima de todo trataba de mantenerme en calma.

Al llegar al hospital Aquilino Tejeira nos encontramos con la noticia que no había ginecólogo para atender tu alumbramiento, lo que obligaba a trasladarse al hospital más cercano en Aguadulce. Pero también nos dieron la noticia que la única ambulancia estaba de regreso de ciudad de Panamá y al llegar tenía que llevar a otra mamá que también estaba por dar a luz pero en una condición más crítica.

Así que con la prisa que ameritaba la situación, tu tío Luis ofreció su van para trasladar a tú mamá al hospital Rafael Estevez en Aguadulce. Todos los asientos de la van habían sido removidos y el piso recubierto de cartones. Encima de esos cartones tu tío colocó un catre donde se recostó tu mamá. A su lado en una diminuta silla iba yo. Al volante un chofer del que no hemos vuelto a recordar el nombre y como caída del cielo tu tía Bienvenida, quien iba a iniciar su turno de enfermera en el mismo hospital al que íbamos.

Y así dejamos el hospital de Penonomé y enrumbamos hacia Aguadulce. Yo iba tratando de tranquilizar a tu mamá, quien con solo unos cólicos molestos iba casi sin dolores de parto, pero tenía esta cara de preocupación porque sabía que la tarea que le venía no sería fácil.

La luna llena brillaba en lo alto de una noche sin nubes, alumbrando de una manera muy hermosa toda la campiña coclesana. Esa misma campiña donde reinó aquella cultura aborigen de los llanos de El Caño y Natá de la que tanto me habló mi papá; de como sabían vivir en armonía con la Madre Tierra. Y qué decir de cómo se empapaban de los rayos lunares aquellas montañas que había recorrido apenas unas semanas atrás (lea De Bajo Grande a los Chorros de Olá). Recordé como desde esas montañas había contemplado toda esa llanura y hasta el mar mientras meditaba que pronto estarías en este mundo. Le conté también a tu mamá cómo se veía el imponente Guacamaya en esa noche de luna. El hecho que estabas por venir a este mundo y el espectáculo de la Luna Llena iluminando nuestro camino en el inicio de ese año creaba una atmósfera única e indescriptible.

Cuando llegamos al hospital la tecnología nos permitió escuchar tus latidos aún en el vientre de tu madre. Esa música aceleró mis pulsaciones y me emocionó. Luego pasamos a la sala de urgencia a esperar a que tu mamá estuviera lista para traerte al mundo. Allí compartíamos espacio con varias otras personas aquejadas de diferentes males: desde leves accidentados hasta señoras mayores con dolencias, pasando por intoxicados de comida sin dejar el que no podía faltar: un muchacho con alcohol hasta los pelos que se retorcía en el piso de la borrachera que lo dominaba.

Con el pasar de las horas comenzaste a provocar dolores intensos a tu mamá. Afuera tus abuelos y tíos esperaban contentos y ansiosos. Y yo, aunque me creía calmado, sabía que en el fondo estaba super nervioso. Al rato y luego de otras pruebas, nos comunicaron que iban a trasladar a tu mamá a otra sala hasta que dilatara lo suficiente y estuviera a punto. Les di la noticia a los que esperaban afuera y decidieron entonces irse a descansar. En silla de ruedas y ya casi las 12:00 de la noche trasladamos a tu mamá. Me despedí de ella con sentimientos encontrados: por un lado el leve temor de que había la posibilidad como en cualquier parto que una de ustedes dos no sobreviviera, y por otro lado que cuando la volviera a ver te iba a conocer.

Así que las dejé al cuidado de las enfermeras junto a varias mamás también por dar a luz y bajé a otra sala de espera, la única con televisión. Allí, solo en esa habitación y con toda mi familia retirada me sentí la persona más sola de este mundo. Aún no sé por qué.

Mis siguientes horas transcurrieron durmiendo a ratos, afuera en mi carro o charlando con una que otra persona. Subí dos o tres veces a la sala en donde estabas en el vientre de tu mamá a preguntar cómo iba todo. La respuesta de las enfermeras era la misma: "Todavía" . En una de esas ocasiones, al regresar a la solitaria sala de espera, me encontré con una señora y su hija, ambas con rostros de angustia consolándose en silencio. 

Trataba de dormir y medio que me entretenía con la televisión cuando a eso de las 5:00 de la mañana aparece una enfemera y se acerca a la señora y su hija y les comienza a hablar. A los pocos segundos y sin separarse, madre e hija rompen en llanto. Qué tristeza. Era increíble como una vida se apagaba y otra estaba por alumbrar. El milagro y misterio de nuestro paso por este mundo se hacía presente en esa habitación. Una familia angustiada y triste por una muerte y allí mismo otra familia preocupada pero alegre por un nacimiento.

Pensando en esa ironía de la vida dejé transcurrir minutos y minutos. A eso de las 5:45 decido subir a conocer el estado de tu mamá. Al preguntar las enfermeras me dicen "¡¡¡Corra que se la llevaron a sala de parto porque casi da a luz aquí mismo!!!..".  Mi corazón latía de prisa y entre la emoción y la tensión me perdía entre tantas puertas blancas y largos pasillos. Preguntando a quien me encontraba finalmente llegué al vestíbulo de la sala de parto. Entre las voces de la doctora y enfermeras escucho los gritos de tu madre y a los pocos minutos escucho un llanto. Mi corazón dio tres mil vueltas, mi garganta se endureció y mis ojos se humedecieron. Eran las 6:01 de la mañana del 2 de enero de 2010.

Como no podía entrar a la sala de parto, salí del hospital a agradecer al cielo y los dioses y me encuentro con el más grande y bello espectáculo que me haya ofrecido la Madre Tierra: un frío amanecer desprendiéndose suavamente del sereno de la madrugada acompañado de una brisa casi imperceptible; techos empapados de rocío dejando caer suaves gotas de agua; un cielo de verano azul celeste completamente despejado; el dios Sol a mis espaldas apenas despuntando en el horizonte y una enorme Luna Llena todavía brillando frente a mí con todo su esplendor. Fue el amanecer más lindo que mis ojos han visto y dudo que volveré a ver otro igual o mejor que aquél en los años que me queden por vivir.

Después de extasiarme de tanta belleza natural esperé hasta que pude ver a tu mamá. Estaba cansada, pero relajada y felíz. Sosteniendo mi mano me dijo "Se parece a tí.." Al rato te contemplé por primera vez en la incubadora. Allí, tan frágil y aún en posición fetal, te veías igualita a mi Tía Rosita (qepd), sólo que sin cabello, sin cejas y con unas incipientes pestañas. Yo quería saltar como un niño y a todos los desconocidos asomados a la ventana les decía orgulloso que tú eras mi hija.

A pesar de tu prematuro nacimiento y las 5 libras 8 onzas con que llegaste a este mundo hoy eres una niña fuerte y grande. Te has bañado en ríos y playas; acampaste por primera vez antes que aprendieras a caminar; aprendiste a bailar congo como tus ancestros afroantillanos; te has presentado ante más de 500 personas; hablas como una lora y bailas más que Celia Cruz y Margot Fonteyn; has compartido Navidades con aquellos que poco tienen; ya has recibido tu primer diploma; has remado conmigo y te encanta salir a comer como a tu padre. Pronto estarás en edad para llevarte a las alturas, junto a las águilas poderosas.







Sigue creciendo fuerte y sana en cuerpo y alma hija mía. Que todas las fuerzas positivas de la Madre Tierra nos guíen y ayuden a los que influimos en tí. Y que Dios y los dioses te protejan y orienten siempre Isabella Milagro.

Wednesday, December 23, 2009

De Bajo Grande a Los Chorros de Olá o El por qué retitulé mi blog

En días pasados hicimos mi amigo Chino y yo la caminata desde Bajo Grande a los Chorros de Olá. Era una caminata que involucraba pasar por microclimas, alturas y paisajes distintos. La verdad no puedo tener queja; pareciera que las estrellas se hubieran armado para que todo nos saliera perfecto. El timing y como se fue dando todo estuvo a otro nivel. Nos habíamos propuesto 3 días para este recorrido, pero lo cubrimos en 2, a paso de mochilero, pero sosegado y sin prisas.
Gracias a Rompy Bennett y su Taller de Aventuras, - quien ya había realizado el recorrido y posteado una descripción muy provechosa de todo lo que se encuentra en el recorrido - ya llevaba el GPS cargado con la ruta y las descripciones de q encontrar en cada waypoint. Gracias al Toñín también por facilitarnos la hoja cartográfica de los Chorros.

Dia 1
6:00am Penonomé, al lado de la C. de P. Llegamos a la parada de los busitos al Copé con el frío del amanecer y el olor de las legumbres frescas del mercado.
"En 20 minutos salimos..." nos dijo el chof.
Dejamos las mochilas bajo el último asiento y mi viejo nos invitó a desayunar tremendo café, bistec y tortilla. Al rato, y puntual, el chof fue a buscarnos. Nos montamos en el busito, y como diría Eddie Vedder: "Off they go".
Al llegar al Copé, no podía creer que no tuvimos que esperar ni un minuto por el pick up a Bajo Grande, era como si el transporte fuera para nosotros.

8:30am Bajo Grande Con esta suerte en el transporte, llegamos a las 8:30 y comenzamos a caminar inmediatamente. Decidimos cruzar el río de una vez en el puente en vez del zarzo como decía la ruta Rompy, aunque significara cruzar el río Bejuco, el cual volveríamos a cruzar más tarde, pero más arriba.
Entre sombras de árboles y con la fresca mañanera, seguimos la carretera de tosca hacia Las Sabanas, echando cuentos y bochincheando, y tomando una que otra foto. Tras haber ganado cierta altura, se empezó a descubrir el primer reto del día: el Cerro Golondrina con sus mil y tantos metros. Le mentamos la madre, pero seguimos caminando, dándonos ánimos y diciéndonos que teníamos 3 días para conquistarlo.

En la escuela de Las Sabanas, y tras un par de preguntas a los locales, seguimos la caminata dejando atrás un olor a chicha fuerte que provocaba quedarse allí mismo. Pasamos un naranjal y nos aprovisionamos de vitamina C. Fuimos bajando según la ruta, y acercándonos al río Bejuco, pero al ver unas casas al otro lado, mis neuronas navegantes me decían que en esa direccón no deberíamos seguir. Chino vio una desviación, así que para esta claros, consultamos el mapa. En ese momento, tomar la ruta equivocada hubiera podido significar un atraso de por lo menos una hora que no estábamos dispuestos a pagar. Así que desempaqué el GPS que venía enmochilado hasta ese momento. Eso me hizo darme cuenta que había dejado TODAS las baterías de repuesto, hasta para la lámpara de cabeza. Simplemente inperdonable.
Consultamos el aparatito y mapa en mano me dí cuenta que la desviación era la ruta correcta. Por allí tomamos. El trillo se tornó entonces más plano, pero algo encharcado y lodoso, cosa que recibimos con alegría por que daba la indicación de que las quebradas cerro arriba aún deberían tener agua.

11:00am Cruce del Río Bejuco. Nos topamos otro naranjal y entonces sí llenamos los bolsillos de naranjas hasta reventar. Aunque esa astucia casi le cuesta la cámara a Chino, por que cuando llegamos al cruce del río Bejuco, se percató que iba sin ella, así que para atrás. Mientras él regresaba por su cámara, me puse a filtrar agua extra por que sabía q el ascenso de casi 500 mts que seguía nos secaría hasta los huesos. Era peso adicional, pero de seguro lo iba a consumir.

Después de mojarnos un poco los pies cruzando el río, seguimos el camino. Nos topamos con una casa rodeada de pinos y nos quedamos un rato mirándola a ver si salían las brujas de las que tanto hablan de este sendero, pero nada. El sol empezaba a castigar, pero las panorámicas que se iban descubriendo motivaban a seguir: pueblitos en la distancia, trillos, montañas aún con selva, nubosidades de formas cambiantes... Seguimos con los bochinches y los cuentos de novias pasadas, pero a medida que perdíamos sombras de árboles y el sol llegaba a su cenit castigando el camino colorao, las conversaciones fueron menguando. Fue en ese momento que empezé a extrañar levemente una cerveza fríiiaaa. Más de un gallote nos pasó rasante, como esperando a que cayerámos vencidos. Pero ni bestia, un ratito caminando y otro ratito a pie, fuimos ganando altura.

13:30 A medio ascenso del Cerro Golondrina, el efecto de la altura empezó a notarse en una brisa más fría. Los cerros en la distancia empezaron a nubarse y al parecer los astros conjuraron a favor nuestro, por que el viento empezó a mover todos esos cúmulos y el cielo oscureció. Estábamos ya en la parte más descubierta del camino, y con la brisa fría y sin sol, el ascenso se convirtió en un paseo. Las naranjas fueron convertiéndose en chupones y las cámaras empezaron a tomar imágenes del paisaje en la distancia: El Orarí, los Picachos, el Guacamaya, las montañas del Copé,... la vista del paisaje era impresionante.
Luego de una vuelta y unos arbustos, Chino, que iba adelante, se topa con una empinada repleta de rocas:
"Aarghh!!, ayala vida, el camino perdido del inca!!", gritó.

La descripción no podía ser mejor. Ninguna foto que le tomamos hizo justicia de lo intimidante que se veía la loma empedrada retándonos al frente nuestro, como una escalera hecha añicos. Sin más remedio que el de seguir, avanzamos por este camino inca perdido entre la brisa refrescante y los cuentos y bochinches penonomeños.
Superado el camino inca, Chino, siempre en busca de tiestos, puntas de lanza, flechas y otros vestigios indígenas encuentra incrustado en una cima un moai. En realidad una roca más, pero que con un poco de imaginación guarda la figura de un moai sin terminar.
Al ratito, escuchamos voces y luego pasos. Nos sorpendimos y pensamos que eran las tan esperadas brujas que nos alegrarían la noche, pero eran 3 campesinos que venían a mula y a caballo en sentido contrario. Los saludamos y seguimos palante como se dice.

14:00 Ahh!! Agua fría!!! El siguiente waypoint en la ruta debían ser unos manantiales, importantísimos para reaprovisionarnos de agua. Impresionado por la exactitud del GPS y el mapa, llegamos a los mismos. Eran en realidad una quebrada de aguas frías y de donde se alimenta una toma de agua de algún poblado cercano. En ese momento agradecí tanto a Rompy por haber publicado una descripción tan detallada de la ruta. Saber que vas para un lugar que nunca has visitado, pero con una descripción tan precisa, te hace la vida más fácil y ayuda muchísimo a planear que llevar y cuánto llevar.
Filtrando agua allí y comiendo las últimas naranjas, volvimos a escuchar pasos. "Ichi, ahora si vienen las brujas", me decía Chino lleno de esperanza. Pero queba, otro campesino con dos caballos y un radio.
Decepcionados de no encontrar bruja ni tulivieja, seguimos el recorrido que ahora bordeaba el cerro Golondrina casi en un su cima. Poco a poco el mar en la distancia y los llanos coclesanos se iban dejando ver más y más. Con grupos de pinos aqui y allá y colinas cubiertas de hierba, el paisaje circundante recordaba pasajes de Heidi en sus alpes.
Devorando metros, pateando piedritas y esquivando rocas, dejando nuestras huellas, seguíamos nuestra ruta, recordando campamentos pasados y parando para descansar y fotografiar de vez en cuando. Fue en una de esas conversas que dije, "Si mis botas y mi remo hablara". Fue entonces que caí en cuenta que ese era un mejor título para este blog.


16:00 Pero que panorámica!! (La Tasajera) Al terminar de bordear el Cerro Golondrina no había ningún punto más alto que nosotros al frente nuestro y nos topamos con un escenario que quitaba el aliento: toda la costa con unas formaciones nubosas bellísimas en la distancia antecedida por toda la tierra creada desde San Carlos hasta Santa María: el Orarí, el Guacamaya, el Santa Cruz, los llanos de Antón y El Coco, los cañaverales, el Vigía, el Salado, el golfo de Parita y los picachos de Olá, hasta algunas montañas veraguenses envueltas en una tormenta. Todo el paisaje no cabía en ojo humano alguno. El efecto del sol muriendo a nuestras espaldas filtrando sus rayos entre las nubes le daba un toque especial a todo el panorama.

Daban ganas de quedarse horas contemplando tanta belleza, pero había que continuar. Eran las ultimas horas de sol y no había indicios de agua en los alrededores. Aún nos separaban como 2 kilometros hasta un sitio indicado como Valle de los Duendes propicio para acampar y allá teníamos que llegar antes que anocheciera. Así que después de varios minutos de contemplación panorámica, continuamos la caminata ahora en franco pero suave descenso.
Fue entonces cuando, tal como lo describe Rompy, el efecto del arco seco y el descenso de altitud empezó a manifestarse en calor, aún a esa hora de la tarde. El paisaje cambió drásticamente; atrás quedaron los pinos y árboles para ver solamente rocas y colinas totalmente descubiertas y erosionadas, me recordaba Tatooine. Era como si la tierra y sus piedras le hicieran a uno una mala jugada. Esa parte del sendero me pareció como un obstáculo para poner a prueba la stamina mental de cualquier caminante que en ese momento viene con las últimas reservas de energía. En ese instante la pinta fría ya no la extrañaba levemente, la extrañaba bastante.
Cuidándonos de no equivocarnos en varios cruces, seguíamos para encontrar el mencionado sitio de campamento donde se suponía había una quebrada y una caseta en medio de el Valle de los Duendes.

17:30 Al fin! La meta del primer día. Rodeados de colinas que evindenciaban estar en medio del Valle de los Duendes, cruzamos una quebrada, que para sorpresa nuestra y a pesar de lo árido del lugar, aún tenía buen caudal. Continuamos el camino GPS en mano, estábamos cerca del área propica para acampar y a pocos metros, a orillas de la misma quebrada que habíamos cruzado, divisamos la caseta. A los pocos segundos, un lugareño con un niño a caballo se topó con nosotros y nos confirmó que la caseta, que en realidad es una casa temporal que los campesinos llaman trabajaderos, no estaba siendo usada en el momento y podíamos pasar la noche allí. El sr. gentilmente nos dio algunos consejos para llegar a los Chorros de Olá y nos guió y acompañó hasta la casa. Al despedirnos le regalé unas cajillas de pasitas al niño, que el señor agradeció con un tono de voz quebrado que se escuchó desde lo más profundo de sus huesos. Fue algo inesperado que solo podía hacer pensar que esas pasitas, un aperitivo para nosotros, podían ser para ellos un manjar en medio de ese paraje árido, lejos y privados de tantas comodidades a las que estamos acostumbrados.
La casa deshabitada estaba perfecta: el techo en buen estado, fogón alto, mesas y sillas y la quebrada a pasos de distancia con buenos charcos para un merecido chapuzón. Pusimos las mochilas a descansar en el suelo y nos preparamos la cena/almuerzo que devoramos como pirañas cuando ya la noche había entrado con su cielo sin nubes y casi sin espacio para más estrellas.


Día 2
10:30 Bajo un sol inclemente, pero decididos a terminar, después de levantar campamento retomamos la caminata. Sabíamos que ibamos super tarde, pero sabíamos también que estábamos cerca de los Chorros, así que no nos importó dormir un poco más ese día. Antes de volver al camino, exploramos un poco la quebrada que pasa por la caseta; increíble, sin bosque de galería se mantiene limpia y con un caudal respetable. Algo que sorprende porque es bastante árido el terreno.
Desde el día anterior, ya divisábamos el Cerro Muela, vecino de los Chorros de Olá. Era como nuestro faro que nos llevaría a la meta. La verdad que con esa referencia ya no hay perdedero, y hacia allá seguíamos, confirmando de cuando en vez con el GPS que ibamos en la ruta correcta.

El mapa indicaba que había dos quebradas más por cruzar. No se por qué me hacía la idea de que serían relativamente pequeñas, pero ambas nos sorprendieron. Prácticamente eran unos ríos, con unas curvas y corrientes preciosas y unas pozas que invitaban a tirar las mochilas al suelo y quedarse metido en esas aguas hasta el día siguiente, máxime que el sol cada vez era más abrasador. Concluimos que por unos cuantos metros más de caminata, ese era otra área de acampada excelente.

Poco a poco fuimos dejando el Valle de los Duendes bordeando el nacimiento del río El Vaca formado por la unión de las quebradas que habíamos cruzado. El efecto fulminante del sol se empezó a manifestar cuando nos dimos cuenta que estábamos parando más seguido que el día anterior. Ya casi estábamos por debajo de los 500mts de altura, así que la brisa fresca de montaña era solo un recuerdo. Al mirar hacia atrás veíamos el cerro Golondrina en la distancia. Qué locura. Empezé a extrañar una cerveza fría casi con ansias.
Llegamos a un portón señalado como el último waypoint antes de la cima de los chorros. Chino y yo coincidimos en que quien hiciera esa caminata y llegara a ese punto, ya podría sentarse a conversar con nosotros. Prácticamente ya estábamos en la meta, lo que seguía era bastante plano. El paisaje a la distancia era ya algo registrado en algún punto de la memoria por tantas visitas a los Chorros de Olá. Definitivamente estábamos cerca, pero los castigadores rayos ultravioleta lo hacían sentir lejísimo.


13:30 En la cima de los Chorros. A eso de las 13:00, con el Cerro Muela en nuestras narices, nos desviamos del camino y cruzamos una cerca para llegar al río El Caño con la misión de explorar el inicio de las cascadas. Cuando habíamos visitado los chorros en ocasiones anteriores de la manera convencional, no había quedado tiempo para ir hasta arriba, adonde estábamos ahora. Como no teníamos apuro y nadie nos esperaba para recogernos, seguimos río abajo y luego ascendimos al punto más alto que se ve desde la carretera que pasa por los chorros y que tiene unos cuantos pinos raquíticos. La hora: 13:30. Definimos el momento como el final de la jornada, como la meta, como la culminación de una idea que había empezado apenas una semana antes con una llamada diciendo: "hey, q vamos a hacer estos días??" Ahi estábamos como iguanas bajo ese sol, como imbéciles, pero contentos de haber completado el recorrido. Parecía una escena de Tenzing y Edmund.
Al rato, nos refugiamos bajo una sombra a esperar que el sol bajara su intensidad. Luego recorrimos el área y nos fuimos al borde de la cascada - debería decir borde del abismo. No sé como es el vértigo, pero lo que sentí al mirar abajo bien apoyado de una piedra fue un miedo y un respeto enorme: el precipicio da una sensación de vacío espeluznante y el viento pega fuerte en la cara, como si mil fantasmas vinieran volando a velocidad sobre el lecho del río y de repente se topan con la pared rocosa y rebotan hacía arriba con gritos desesperados y aterradores.

Luego de las fotos de rigor, seguimos explorando un poco más los alrededores y después remontamos río arriba y retomamos el camino que habíamos dejado. Hacia el final de la tarde ya estábamos en la carretera de tosca que corta Cerro Muela.
Con la fresca del atardecer, y contemplado el poblado de Los Valles, concluimos que la única frustración del viaje fue no habernos topado con bruja alguna, y que con la cantidad de piedras de las que está repleto el camino, el mismo debería ser El Camino del Inca Perdido, o el del Moai Perdido.


Casi al anochecer, llegamos a la base de los chorros, adonde siempre hemos acampado y allí pasamos la última noche del recorrido. Me dormí pensando que ya estaba cerquita de la tan ansiada pinta que ya no podía aparta
r de mi mente.

Día 3
En el último día los astros siguieron tirando dados a nuestro favor. Al llegar al primer pobaldo, El Ciruelo, nos compramos duros de coco y caminamos hasta el pueblito llamado Nuestro Amo por un camino del que no sabíamos hasta ahora que teníamos mapa y al llegar a la tienda encontramos soda congelada. La suerte siguió acompañándonos con un pickup que nos dió el bote hasta Churubé de vuelta a la civilización y nos dejó justo al frente de un local de esos donde uno puede refrescarse amenamente.
"Ta cerrado" me dijo Chino, quien ya no toma.
"Espérate...", le dije y caminé con todo y mochila hasta la parte de atrás,
"Buenas, ¿como están? ¿Tendrán algo para refrescar el alma por ahí??" Saludé de esa manera.

"Como no!!" me respondió un muchacho y abrió el local de par en par,
"Pero solo tengo de las grandes" nos dijo en tono que denotaba preocupación.

"No importa, mejor!!!" fue mi respuesta.

Y así terminó la historia.

Tuesday, June 09, 2009

Remando un brazo del Gatún

El domingo 7 de junio pasado, dado q el trip a Portobelo quedó en nada, pero mis ganas de remar no, decidí mandarme solo (*) a conocer un brazo del lago Gatún que va a dar al norte de Chorrera, y q era un lugar q había visto y analizado en el mapa primero y que despues me habían dicho como llegar. Era uno más de mi lista de pendientes que había dejado antes de irme a EU.

Antes de dormir el sabado a las 11:00 pm, marqué los puntos en Google Earth y los bajé al GPS. Desde el embarcadero hasta un faro que se usa en el canal, son aproximadamente 7 km uniendo algunos puntos q marqué a lo largo de un brazo de agua. El verdor de lo que me mostraban los satélites en esta laptop desde la que escribo no hacían otra cosa q animarme más a largarme a ese lugar.

Salí temprano el domingo, y ni paré a comprar bloqueador (*), pero si un chicheme grande en el Chichemito. Despues de sortear huecos y baches, finalmente la monotonía de potreros y piñales fue dejando ver el agua entre verdes colinas. El GPS me llevó directo al embarcadero. Gracias a la foto que me había mandado mi paciero Toñín que ya había visitado el lugar, confirmé que estaba donde debía estar. "Qué cerca queda el agua de donde deja uno el carro!. No hay necesidad de arrastrar el kayak con el carrito" Me dije apenas apagué el carro. Eso era un buen presagio. Me puse el kayak al hombro y lo dejé donde le gusta estar. Luego regresé con mis chécheres. Bajo la mirada escudriñante de sras. lavadoras, partí a ver que carajo es lo que hay por ese brazo de agua; a ver cómo era eso por allá.

Con la pregunta de que tan grandes están los cocodrilos me despedí de las sras. y comenzé a seguir la ruta marcada en el GPS escuchando a lo lejos el rugir de monos aulladores. Lanchas del Gamboa Resort me pasaron al lado, no sin que sus ocupantes dispararan sus cámaras hacia la nave q impulsaba con la fuerza de mis brazos y torso (debo empezar a cobrar). Una escala técnica en un pequeño muelle a la vuelta de un recodo me permitió ajustar el respaldar y contemplar muy de cerca jacanas, gavilanes y no se que otros pájaros más.

Seguí avanzando y entre más me alejaba, más verde y virgen se iba poniendo el bosque. Al llegar a un punto que había bautizado como GreenLake por lo verde que se veía en Google Eartg, definitivamente que solo pude imaginarme que así mismo debía ser el Amazonas (o lo que queda de él). Las nubes se miraban sobre el agua y uno que otro cormorán pasaba o nadando o volando y otros se zambullían dejando su rastro de burbujas. Monitoreaba mi progreso con la imagen del mapa en mi mente y la corroboraba en el GPS. Iba viendo cuanto me faltaba al siguiente punto y medía cuanta fuerza y stamina me quedaban para decidir si avanzaba al siguiente punto.

Pusé el GPS en modo de HSI (Horizontal Situation Indicator) para practicar lo que aprendí a hacer en las máquinas de aluminio voladoras. Me dí cuenta que ahora si lo entiendo, no como cuando recién compré ese aparatito. De repente llegué al ultimo tramo: un canal un poco estrecho donde el agua pasa de un color verde oscuro a un verde acua claro. Los rugidos de los aulladores se empezaron a mezclar con los de buques en la distancia. "Pronto debo ver esa ayuda visual del canal" me dije. Arboles inmensos con raíces enormes que llegan hasta el agua, libélulas rojas q aprovechaban "el bote" y se posaban sobre la cubierta de mi nave, era ese el panorama que me rodeaba cuando tras una pequeña península diviso un faro blanco y grande que contrasta con el verdor del lugar. "Llleeeguueee".

Pude ver los grandes buques que en ese punto dejan o entran el corte Culebra y llegan o se van del lago Gatún. Entre unas rocas cerca del faro encontré un lugar perfecto para desembarcar. Revisé por un rato a ver si no estaban nuestros amigos cocodrilos y allí me bajé y me dispuse a almorzar mis yucas fritas, granola, m&ms y powerade. Maldecí no haber llevado mi hamaca, así que me hice espacio entre las rocas bajo la sombra de arboles centenarios. Casi me duermo.

Tras el merecido descanso y bajo un sol impacable comencé el retorno. No pararía hasta llegar al muellecito donde había hecho mi escala técnica. Los botes con pescadores artesanales y deportivos todavía iban y venían. Las jacanas y cormoranes seguían volando, los monos parecía que estaban tomando su siesta, y yo sacandole el jugo a la nave y a mi cuerpo tratando de hacer mejor tiempo.

El cielo con nubes dispersas traía una brisa suave, fresca y agradable que levantaba pequeñas olas que mecían suavemente mi recorrido. Casi giro por un recodo equivocado, pero el frickin aparatito me dijo "por ahi no" (*). Llegué al muelle y me puse a descansar a mis anchas entre alaridos de gavilanes (¿estarán anidando por allí?). Al rato y viendo que eran casi las 2:00pm reanudé la marcha (¿¿se dice marcha en este caso??). Para mi sorpresa, al salir del muelle y enfilar al embarcadero en la distancia pude ver claramente las torres del Cerro Trinidad. Que espectáculo verlas como si estuvieran sobre el agua. Eso me distrajo un momento y de repente me ví en medio del agua mirando a la orilla distante sin saber exactamente adonde seguir (*). Otra vez el Guessing Positioning System vino a la ayuda. "...Y si se dañara esta vaina??" Salvo las baterias de repuesto, no llevaba redundancia; dicho de otra forma dejé el mapa de papel en casa por no querer cargar más checheres.

Desembarqué con la satisfacción de haber conocido un lugar que me gustó muchísimo, que valió la pena descubrir y donde todo me salió según lo planeado. Pero también desembarqué con las ganas de regresar con más locos remadores, con planes para pasarme un fin entero por allá: pescando, explorando, fotografiando, acampando..... No cambio coño...


(*) Hagan los que les digo, pero no hagan lo que hago: No salgan a remar solos, no vayan sin bloqueador, no vayan sin mapa si van a explorar.

Wednesday, January 28, 2009

La mañana del 28 de enero de 2009

Qué mañana más diferente la del 28 de enero de 2009. Era nieve? Agua helada? Hielo? A nosotros nos gustaba pensar que era nieve, que luego se volvio hielo. La humanidad siempre será esclava del clima, no importa lo que hagamos. Podriamos estar molestos porque no nos venían a recoger, pero es que viniendo de las bajas latitudes no estamos acostumbrados a eso.

Todo andaba hoy en cámara lenta; los carros, la gente. El estacionamiento estaba repleto de carros, no había buses escolares hoy, no había tráfico. Así que no había razón para exigir que nos recogieran temprano. Pero mientras tanto sólo jugamos como niños con los retazos que desprendíamos de los autos. Luis hacía dotes de deslizador sobre la improvisada pista de hielo.

Entre el frío y el cielo azul y contemplando lo lento del tráfico y ver a los vecinos tratando de remover la escarcha y el hielo acumulado sobre sus autos, no da mas que pensar que no somos nada en este mundo, siempre tendremos que estar sujetos a lo que diga la Madre Tierra.

Thursday, December 27, 2007

Vienen 366 días más...

Woaaoo!! Se acabo el 2007.. Qué les puedo decir? Otro año más a la bitácora. Este año estuvo bendecido por las estrellas, los dioses, las diosas y las buenas vibras de todos ustedes amigos y familiares... ah! y de las nuevas amistades conocidas andando de trotamundo.

Hasta la desilusión y confusión de inicio de año... El pasar de los meses me llevó a entender que la naturaleza es demasiado sabia e hizo lo correcto. Aunque causara mucho dolor, las circunstancias físicas y psíquicas no eran las ideales.

El 2007 me tocó lleno de decisiones: unas duras, otras no tan duras, unas difíciles y otras inesperadas e insospechadas. Estuvo lleno de metas y sueños alcanzadas y metas y sueños por alcanzar, de preparación y de acción. El espíritu (o la Fuerza como diria Yoda) subió a lugares insospechados....

Lago Nicaragua.... cuando estaba en sus aguas recordaba cuando de pelele en la Simeon Conte me topaba con viejos libros que hablaban de sus aguas y sus tiburones y me mente se imaginaba como sería... y que algún día estaría allá. Recordaba también en algún rincón de la memoria a unos tipos llamados Somoza y Eden Pastora.... especialmente cuando en el bote al lago, en medio de la selva paramos en un puesto de control militar..

Lastimosamente ya los tiburones del lago los extinguieron... pero precisamente por eso andaba recorriendo todo, para conocerlo antes que se acabe. Y afortunadamente ahora el puesto de control solo es para ponerse el chaleco salvavidas en ese tramo del viaje...

Ni hablar de las líneas de Nazca... el Huayna Picchu... el cañón del Colca... la cordillera blanca.... Solo pediría a la luna, las estrellas, el sol y el trueno que podamos regresar en compañia de por lo menos unos 2 de los que leen estas líneas. Si van podrán entender por que ahora estoy más loco que antes.

Todo este cuento es para decirles que cada uno de uds, inadvertidamente o no, pusieron su granito de arena en alguna página de mi libro para que todas las cosas buenas que me pasaron este año se dieran. Estoy inmesamente agradecido....

Que podamos disfrutar a plenitud del 2008, que nos deje tener muchas más aventuras a "La Pandilla" y a los demas amigos aventureros. Que todos tengamos salud y amor, que de lo demás nos encargamos cada uno de nosotros. Y si el 2008 será el año de la venganza de la Madre Tierra, sepan que los aprecio a cada uno de ustedes.

Recuerden que las mejores cosas de la vida están escondidas frente a nuestros propios ojos y no son para nada materiales...

Ichi

Que queda pendiente para el 2008? Bueno, Corcovado no me deja conquistarlo, mas kayaking (quienes se suman?), va a haber más trips light para que puedan ir los menos masoquistas, algunos trips masoquistas para no perder la práctica, Rob y Janick, ojala pueda visitarlos en Granada... y bueno, lo que designe la Pachamama.

Thursday, November 08, 2007

La "Nueva" Cuarta Maravilla del Mundo

Recuerdos de Machu Picchu

Lo que aún denominaba las "Ruinas de Machupichu" lo consideraba algo tan gastado turísticamente y tan comercializado que solamente el hecho de complacer a mi acompañante y llegar a la cima del Huayna Picchu eran los únicos motivos para agendarla en mi visita al Perú. Pero esa percepción cambió totalmente con solo hacerme presente en lo que en esos días estaba próximo a convertirse en Nueva Maravilla Mundial. La experiencia comenzó en el Ombligo del Imperio Inca, la ciudad de Cuzco, caminando con mi mochila en una fría madrugada por sus calles empedradas y amuralladas, esquivando los ultimos sobrevivientes de una noche de farra que hacían equilibrio entre los efectos del Pisco y el soroche.

Minutos despues, el espacio confinado de la combi (busito) y el malabarismo a la Houdini del que eran presa mis piernas era altamente recompensado por la música andina, las pláticas en quechua alrededor mío y el amanecer despertando valles, colinas, montañas, nevados, llamas, ovejas y campesinas ataviadas en coloridos vestidos y sombreros. Al bajarme en la Plaza de Ollantaytambo, entre pequeñas edificaciones adoquinadas, me encuentro un camión lleno de campesinos e indígenas dirigiéndose a destinos más remotos. Parece que nuestra Latinoamérica rural, olvidada, engañada y marginada es la misma a lo largo de este imponente continente.

Una vez en el tren, serpenteamos el río Urubamba entre sembrados de trigo y selva subtropical hasta que finalmente el tren se detuvo en Aguas Calientes, villa en donde la palabra horizonte parece no existir al estar ocultada por montañas tan verticales cual columnas que podrían sostener un mundo. Al día siguiente, con la luna llena aún mostrando su esplendor, abrigaba la esperanza de poder llegar con un poco de la luz de el astro de la noche, algo que pensaba haría la diferencia de visitar el codiciado destino.

Ya en las proximidades de Machu Picchu, una centena de gente de todos los rincones del mundo nos detuvimos a presentar el obligado boleto, y en medio de lo que recordaba una torre de babel, todos nos desesperábamos cual chiquillos esperando el timbre del recreo. La noche terminaba su función y daba paso a la claridad del 2 de julio de 2007 cuando los portones se abren y fuimos avanzando semiordenadamente. Era evidente la emoción de cada visitante. Pero aún faltaban unos pasos más: caminando entre andenes se avistaban las primeras edificaciones con sus techos reconstruidos, ...pero la ciudadela aún no mostraba su esplendor. Siguiendo adonde iban todos, súbitamente encuentro una puerta Inca que no todos percibieron; así que dejé que el resto continuara su tropel andenes arriba y me interné por la misma. Al cruzarla, lo primero que percibí fue como mis prejuicios y preconcepciones sobre las "ruinas" pasaban por mi garganta y me atragantaban mientras se descubría ante mis ojos el Santuario de Machu Picchu en todo su esplendor. Se me presentó libre de turistas y envuelto en la frialdad de esa mañana junto al fuerte rugir del Urubamba, el canto de las aves y las nubes disipándonse en las montañas circundantes. Historia, leyenda y paisaje se mezclaban en uno solo.

La Luna aún brillaba sobre varios nevados en la distancia, y como el sol seguía detrás de los altos Upus o montañas sagradas circundantes, la ciudadela se veía envuelta en un extraño ambiente azul que se combinaba con el verdor de sus pastos y la selva distante. Caminaba entre tanta historia que no sabía distinguir entre el mito, la leyenda y la realidad. El saber que la ciudadela nunca fue tocada por blanco alguno durante la invasión europea de hace 500 años realmente lo hacía ver todo muy virgen. En ese momento agradecí la decisión de visitar el lugar sin ataduras de agencias de viajes turísticas y andaba a mis anchas, con la sola guía del libro de viaje que mi otra mitad iba leyendo por cada recodo y esquina que cruzábamos. De repente reconocimos los rasgos característicos de un templo y hacia allá nos dirigimos. Nuestro libro nos decía cada una de las cosas que veíamos: El Templo de las Tres Ventanas, el Templo Principal, la Sacristía... Seguimos recorriendo hasta el punto más alto que teníamos al alcance, el Intiwatana, donde el sol se “amarra” al Santuario en cada solsticio. Allí, uno de los señores que se encarga de limpiar las malezas del lugar nos explicó gran parte de los detalles que veíamos y nos mostró el lugar desde donde el Inca tenía dominio completo de la Plaza y le hablaba a los pobladores. Súbitamente el astro rey hizo su aparición sobre los Upus justo cuando estábamos en ese templo... el momento era mágico. Me despedí del señor no sin antes darle un fuerte apretón de manos que me permitió transferirle un sol que vale por cinco que venía viajando en mi bolsillo.

Continuamos hasta el extremo Norte de la ciudadela y luego del control respectivo (fuimos el número 20 y 21 ese día!!), comenzamos el ascenso al Huayna Picchu por las escarpadas y empinadas escalinatas Incas. El frescor de la mañana y la sombra de la montaña hacían la súbida más placentera pero no menos fácil. De cuando en vez dejábamos pasar otros caminantes con menos años en sus piernas. Y recalco que dejábamos pasar porque no más de dos personas pueden permanecer lado a lado en varios tramos. Comenzamos a divisar las ruinas y andenes que coronan la cumbre luego de casi una hora de sudar, jadear y poner la mente sobre el cuerpo. Literalmente escalamos los últimos peldaños y al llegar nos sentamos a descansar en uno de los andenes. Nuevamente los Incas me hacían tragar mis pensamientos y me dejaban sorprendido al observar la ciudadela desde este ángulo jamás visto antes por mi persona. Lo que veían mis ojos me llevaba definitivamente a concluir de que no son ruinas..., que ciudadela es sólo un nombre descriptivo.... y que Santuario es definitvamente el sustantivo que mejor gloria le hace. El lenguaje que utilizábamos todos los que habíamos conseguido llegar lo evidenciaba. A pesar de que hasta esos momentos jamás nos habíamos visto y creo que jamás nos volveremos a ver, un solo lenguaje logró romper barreras culturales y linguísticas y reversó el efecto torre de Babel. Ese lenguaje que utilizábamos mientras contemplábamos tanta belleza, grandeza y majestuosidad era uno solo: el silencio absoluto. No hubiera sido necesario preguntar si todos estábamos de acuerdo en que era algo indescriptible e impresionante.

Pero así como nosotros habíamos llegado, una horda de estrepitosos anglosojanes hizo su aparición cual Pizarro con sus caballos y nos tumbó del Nirvana que experimentábamos. Al recuperarme del golpe espiritual y mental que recibía, vino a mi mente la letra de la canción "Aqui no es Así" (Caifanes) y los calificativos que Ernesto de la Serna inmortalizara en su diario por estas tierras y que si mal no recuerdo dicen: "..ignorantes de la distancia moral que los separa del caído pueblo incaico, porque solo el espirítu semiindígena sudamericano puede apreciar tales sutilezas...".

Decidí que era tiempo de culminar los pocos metros que me separaban de la cima, labor que obligaba a pasar por un estrecho túnel entre rocas que evidenció que los genes que tienen que ver con la estatura del peruano promedio no han variado mucho desde tiempos incaicos. Ya en la cima, agradecí a los Dioses el haber mantenido el Santuario oculto por tantos años y que no hubiera viento fuerte que tornara peligrosa la acción de tomarse la foto de rigor. Seguía entonces el obligado descenso no sin llegar a la conclusión personal y definitiva que el Imperio Inca llegó a acumular un nivel de conocimiento cultural, científico y social muy por encima de aquellos que en su momento empuñaron la biblia y la espada y que desgraciadamente aún en nuestros días no hemos sabido imitar para el bienestar de toda nuestra Latinoamérica.

Monday, September 03, 2007

Una noche de Conservacion

La expectativa de todos el sabado 1 de septiembre era grande. Desafiando las nubes negras que se vislumbraban en el horizonte partimos hacia nuestro destino: Playa Malena. Pocos kilometros antes de llegar se escuchó un Ahh!!! acompañados de Ayala Vida!!! Una retroexcavadora le había hecho una incisión a la carretera de extremo a extremo para que recibiera un cateter de pvc. Así que no quedó más remedio que esperar a que finalizara la operación, que afortunadamente demoró menos de una hora.

Llegamos al destino y nos acomodamos donde pasaríamos la noche, sin saber en ese entonces que un vuelo sin escalas a Polonia se estaba gestando. Más tarde, nos encontramos con Arcelio "Chalingo" (No Chilango ni Talingo) Fuentes en la playa misma. Allí, los que no conocían la belleza del lugar aprovecharon al máximo los últimos rayos de sol para tomar fotos del atardecer. Al rato, en la casita de observación, "Chalingo" nos comenzó a explicar la historia del proyecto y nos mostró los viveros y cómo es la loable y desinterasada labor que realizan. Además de admirar el trabajo que ha logrado el pueblo de Malena, también consiguió que la expectativa para nuestro patrullaje nocturno aumentara.

La noche terminó de entrar y con pescado frito con patacones tuvimos una excelente cena-lamparata mientras la brisa montañera refrescaba el ambiente. A eso de las 10:00pm iniciamos nuestro patrullaje en la playa. Pachamama nos acompañó y nos acogió con un cielo super despejado y estrellado. El patrullaje con nuestras linternas envueltas en filtros de color rojo hacía que el solo andar por la playa con la música de las olas de fondo una experiencia inolvidable, especialmente para la Sra. Aurora que nunca en su vida lo había vivido (me imagino que se preguntó ¡¿En donde estuve todos estos años de mi vida perdiéndome de esto?!).

Madre Tierra nos daría su aprobación para andar por su Reino cuando Chalingo se topa en la oscuridad de la noche con el rastro de una tortuga Lora, imperceptible para el resto del grupo. La emoción y la alegría llegó para grandes y chicos. Con cuidado y silencio nos colocamos en un semicirculo a espaldas de la tortuga contemplando como dejaba poco a poco su descendencia en el nido escarbado por ella misma. Los niños inquietos, los mayores extasiados, pero todos en silencio. Hasta hubo una por allí que soltó sus lágrimas. Cuando nuesta amiga Lora culminó su labor y cubrió su nido, nos acercamos entonces por su frente y finalmente nos conocimos cara a cara. Al poco rato, con un espectacular giro de 180°, amiga Lora inició su recorrido de vuelta al mar a la luz de la luna que en ese momento hacía su aparición.

Finalizada su labor, seguía la tarea del Proyecto de Conservación de Tortugas Marinas de Playa Malena. Le tomaron las medidas correspondientes a la tortuga, la revisaron por marcas y comenzó el proceso de trasladar los huevos al vivero. De cinco en cinco ibamos contando los huevos que se iban sacando, 91 en total. Al final se midió la profundidad del nido y se llevaron los huevos en la ambulancia color celeste hasta su nuevo hogar en el vivero. Dentro de aproximadamente 45 días los hijos de nuestra amiga Lora deben salir de este vivero para irse a la mar. (¿¿Suena como otro trip para ver la 2da parte del parto??). Todos nos fuimos a dormir sorprendidos, contentos y maravillados.

Al día siguiente agradecimos a Arcelio infinitamente y nos fuimos a disfrutar de la playa con su rompeolas natural, su pequeña cascada que nos refrescó un montón y la cueva, bueno, casi-cueva cerca a la playa.

Gracias a los que participaron, por su interés y muy buen ánimo. Fue un placer para mí llevarlos y compartir la experiencia. Las fotos para los que fueron y los que se la perdieron pueden verlas haciendo click aqui.

Y el vuelo a Polonia? Bueno despegó de Torio y después de 2 horas no se reportaba con el controlador de trafico aereo. Sus 2 sobrevivientes fueron encontrados por el equipo de rescate cerca a Playa Malena, operación que atrasó los vuelos subsiguientes.